Concurs de Relats Eròtics _ Accèssit

 
 

Comencem el desembre sense perdre l’erotisme que ens ha acompanyat aquest any tant estrany!

Avui el segon accèssit, que vol mantenir l’anonimat, i ens regala una fantasia nocturna d’allò més calenta.

 

Sueño de una noche de primavera

Aquellos dedos extraños acariciaron su piel desnuda, primero desde el nacimiento de su pelo hasta ir bajando suavemente por su espalda hasta llegar a su trasero.

Al llegar solo pudieron detenerse y acariciar aquellas nalgas cual melocotón maduro.

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En un arrebato de pasión las apretaron con fuerza, sintiendo en su mano su tonicidad y su tersura. Después de ese momento ya nada sería igual, ya no habría punto de retorno, todos lo sabían. Las respiraciones cada vez más entrecortadas así lo indicaban.

Aquella mano continuó descendiendo por la cara interna de sus muslos, haciendo espacio entre ambos. Al estar cerca de su sexo se podía sentir el calor que emanaba del mismo, así como sus labios rosados y entreabiertos. Cuál boca hambrienta ante el placer que esperaban por esa nueva experiencia antes soñada.

Su boca besaba aquellos labios de su mismo sexo, de una forma que solo antes había podido imaginar...

Sin previo aviso, otras manos grandes y rudas, desconocidas para ella, acariciaron sus pechos desnudos, jugando con sus aureolas y deteniéndose en sus ya erguidos pezones.

Al sentir la presión en ellos, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, erizando su vello.

Mientras sus jadeos iban a más sí cabe al ver a su pareja como lamía pezones que no eran los suyos. Era ya imposible distinguir el origen de los jadeos que envolvían la habitación, mientras el olor a sexo inundaba toda la estancia.

Sus manos libres al fin de cualquier atadura moral, acariciaron el abdomen claramente marcado de su amante, descendiendo sin prisa hacia el miembro viril que antes solo había podido intuir detrás de la tela de su ropa interior.

De un movimiento rápido y decidido, retiro aquella tela que solo ocultaba lo que ella sabia que encontraría. Al hacerlo un miembro rosado y carnoso apareció ante ella, enhiesto y desafiante, era bien proporcionado y grueso desde su inicio hasta la punta.

Con suavidad empezó a recorrerlo desde su base hasta el glande, dejando libre por fin su rosado final con su mano. Mientras sus labios besaban con pasión los de su nuevo amante, empujando su cuerpo contra el de él, notando en su abdomen el miembro erguido. De repente sintió como una mano más suave y delicada acariciaba su sexo ya húmedo y dispuesto. Primero solo recorriendo sus labios y después con decisión pero con delicadeza introduciendo poco a poco un dedo en su caliente vagina. Con movimientos no carentes de ritmo esos dedos provocaron una sensación de placer que recorrió de arribar a abajo todo su cuerpo. Mientras eso sucedía un gemido de repente captó su atención, era su marido penetrando por detrás a su amante mientras esta se entretenía con su sexo. Los movimientos de ella comenzaron a ser más rápidos casi al ritmo de las penetraciones que reciba de su marido.

Solo pudo pedir a su amante que también la penetrara, ya estaba lista para alojarlo dentro de sí. Con decisión introdujo su firme pene en su húmeda vagina, alojándolo y apretándolo contra las paredes de su vagina. Contrayendo rítmicamente su musculatura vaginal contra el miembro que tenía dentro. Nuevas sensaciones pasaron por su mente, algo nuevo, quizás antes solo imaginado mientras fantaseaba con su marido hablando de aquella pareja.

El olor a sexo era indistinguible de los antes nuevos perfumes que habían entrado en su cama, su templo.

Con movimientos primero lentos y luego aumentados por la excitación, sentía como su sexo se acomodaba a su nuevo ocupante. Adaptándolo como solo anteriormente lo había hecho a su marido. Sus embestidas cada vez más profundas juntamente con los jadeos de él, solo hacían aumentar sus contracciones vaginales. Cosa que hacia que sus jadeos aumentaran y así, el deseado final.

Una música suavemente comenzó a sonar, le era familiar, quizás demasiado, demasiado.

Poco a poco una claridad inundó sus ojos, los rayos de sol se filtraban entre su ventana, la música sonaba cada vez más fuerte... oh maldita sea es la hora de despertar. Pensó ella, no puedo ser, volvió a pensar.

Despertó excitada por su sueño, al tocar a la persona que yacía a su lado, no le resulto familiar. Su pecho abultado, no era de su marido, dos senos prominentes lo coronaban, suaves y apetecibles. A su izquierda sintió otro cuerpo, firme y velloso. Los dos cuerpos desnudos descansaban apaciblemente, como su respiración indicaba.

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Quizás no había sido un sueño de una noche de primavera, pensó ella o quizás si. Al menos en ese momento no lo sabía pero su marido la observaba desde la puerta con una taza de café humeante en la mano.