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Concurs de Relats Eròtics

A mig octubre seguim amb un relat eròtic ambientat a l’oficina… perquè la tardor també pot ser d’alló més picant!!!

JAC ens regala COMPLETAMENTE SUYA!


La presencia de aquella mujer en la sala me estaba poniendo nerviosa. Ella sabía de sobras que me ponía nerviosa. 
Aun así, decidió pasearse por toda la sala, como si no hubiese otro camino que rodear la mesa entera.
Puso sus cosas encima de la mesa, demasiado cerca de mí para mi gusto. Mi mirada fue directa a su pecho.
Ella se dio cuenta, mi mirada había sido poco discreta. Me sonrió y se sentó en la silla presidencial.
Como buena secretaria yo estaba a su derecha. Éramos las dos únicas chicas de la sala, yo había escuchado muchas veces entre pasillos cuantos se acostarían con Victoria.
En cambio, a Victoria le gustaba jugar y lo complicado.
Noté como su pierna se deslizaba por encima de la mía mientras los demás presentes de la junta directiva se sentaban en sus respectivos sitios.
Me estaba poniendo nerviosa, quería jugar y no era el momento. Pero cómo le iba a decir que no a la jefa.
Su pierna cada vez cogía más confianza y subía más. Me mordía el labio. Ella era plenamente consciente que eso me estaba gustando.
Si, a mí también me gusta el morbo de lo prohibido.
Cuando todos se sentaron ella empezó la reunión mientras su pie estaba entre mis piernas.
Intentaba actuar con naturalidad, pero un sudor recorría todo mi cuerpo.
En cambio, disimulando como si me picara la pierna le acaricie la pierna apretando más su pie contra mí.
Ella sonrió ante mi respuesta y movió el pie. Intente no saltar de la silla, no entendía cómo podía estar explicando la reunión sin ninguna dificultad.

-Caballeros, tendrán que perdonarnos un segundo a mí secretaría y a mí, tenemos que acabar de cerrar unos asuntos antes de seguir con la reunión. Continuamos después de comer. - Ella sonrió satisfactoriamente.
Todos los caballeros fueron abandonando la sala, tras el último que marchó, cerró la puerta con pestillo y corrió las cortinas.

-¡Estás loca! - dije repasando de arriba abajo. 
Ella sin pestañear me agarró la cara y me besó.
No era la primera vez, ni sería la última. Aunque era una mujer casada, le gustaba jugar.
El roce de su piel con la mía, hizo que me estremeciera.
Apretó sus pechos contra los míos, acercando su cuerpo más al mío.
Mientras me besaba puso su pierna entre las mías.
Un pequeño quejido salió por mi boca.
Ella jugaba con todo mi cuerpo. Mientras su lengua se divertía entre mi cuello.
Le aburría su marido y le gustaba lo prohibido.
Sus manos traviesas acariciaban mi cuerpo. Con sus dientes fue desabrochando botón a botón mi camisa.
Cuando me beso el cuello todo un escalofrío recorrió mi cuerpo. Mis manos se metieron por debajo de su falda.
Su cara cambió, noté como se le tensaba todo y es que a mí también me gustaba jugar.
Un pequeño quejido salió por su boca y me susurró que no parara. Su voz susurrándome hizo que se me eriza la piel y mis manos jugaran con más ganas.
Una gran explosión se hizo en aquella sala de reuniones. Me tocó como nunca nadie me había tocado y yo le hice sentir lo que su marido hacía años no la hacía sentir. 

JAC